Crítica del estancacionismo trotskista. Una breve exposición de la Crítica del Programa de Transición
¿Por qué criticar hoy al Programa de Transición?
Redactado por Trotsky en 1938 como base fundacional de la Cuarta Internacional, el Programa de Transición (PT) condensa el núcleo del trotskismo. Buena parte de sus divisiones internas pueden entenderse, de hecho, como lecturas contrapuestas frente a este texto. Por eso, si se busca discutir en serio con esta corriente, será mucho más útil examinar críticamente los supuestos del PT que limitarse a caricaturizarlo o difamarlo, como suele hacer el marxismo vulgar.
Como demuestran Astarita y Rodríguez en su Crítica, el PT se estructura en torno a una tesis central profundamente falsa: “las fuerzas productivas de la humanidad han dejado de crecer” y por lo tanto, están estancadas. Esta noción opera como la unidad más simple de la política transicional e impregna todas las aristas de su sistema político. Es justamente este eje el que expondremos en este post.
Pongámonos en contexto... estancacionismo y Programa de Transición
El Programa de Transición sostiene, que debido a una crisis generalizada del capital monopolista, las guerras y las fuerzas “destructivas”, las fuerzas productivas habrían entrado en un estado irreversible de estancamiento. Esta parálisis en 1914 –Trotsky es ambiguo con la fecha– marcaría una fase en que el capitalismo habría alcanzado el límite de su desarrollo histórico.
Si el capitalismo se encuentra estancado, según el PT se abriría una situación donde las condiciones revolucionarias ya estarían maduras y pudriéndose gradualmente. En esta etapa catastrófica caracterizada por la “decadencia y descomposición”, se termina por afirmar que las masas se enfrentarían a una disyuntiva final entre el socialismo mundial o la barbarie fascista.
Si la situación es esa, el capital y sus estados nacionales ya no podrían responder a las reivindicaciones económicas y democráticas inmediatas de los trabajadores, ni garantizar mejoras en su nivel de vida. La lucha del movimiento obrero entraría entonces en contradicción directa con los límites del capitalismo.
Así, el Programa de Transición termina por rechazar la división clásica de los partidos obreros, entre un programa mínimo (“compatible con el capitalismo y [que] no rebasa su marco”) y un programa máximo (para la conquista del poder y transitar al socialismo), viéndola como una política conservadora de la burocracia sindical y la socialdemocracia. El PT se postula a sí mismo como el “puente” superador de esta aparente contradicción, sentando reivindicaciones transicionales y demandas incompatibles con el capitalismo con el fin de “impulsar” a las masas hacia su superación.

Para empezar ¿qué son las fuerzas productivas?
Antes de criticar al estancacionismo es necesario aclarar qué son las fuerzas productivas, lo que nos obliga a remitirnos a las primeras formas del trabajo social.
Los primeros humanos lograron crear sus medios de trabajo y se transformaron a sí mismos en sujetos capaces de utilizarlas. Desde ese entonces, la humanidad se distingue de las demás especies por su óntica capacidad de apropiar la naturaleza para su propia reproducción. Esta capacidad brota del mismo hecho de ser un sujeto productivo, o un ser consciente con la potencialidad de organizar su propia acción para trabajar.
Si esta es la determinación más simple de lo humano, su desarrollo social se verá mediado por el aumento en las magnitudes de esa apropiación, manifestándose en el progreso de sus formas de producción y su consumo.
La unidad indisoluble entre la subjetividad de los productores sociales y la materialidad de los medios de trabajo en la apropiación del medio natural, conforman a sus fuerzas productivas, que se encuentran a su vez, situadas en determinadas relaciones sociales de producción históricas.
A diferencia de lo que sostiene el trotskismo, las fuerzas productivas no son exclusivamente el polo subjetivo ni sinónimo de la productividad del obrero colectivo. Se trata de la capacidad total de transformación del medio, un proceso que sólo se concreta en la mediación dinámica entre los productores, sus medios de producción y la objetividad sobre la que se trabaja.
Teniendo esto como base, queda responder por la particularidad del desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo.
El desarrollo capitalista de las fuerzas productivas
La especificidad del desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, es que su proceso de trabajo se realiza de manera privada e independiente para producir mercancías socialmente necesarias que, gracias a la plusvalía extraída a los trabajadores, contengan una mayor masa de valor que la inicial, con el fin de acumular capital.
Los capitalistas individuales ponen en marcha una carrera por una plusganancia, en la que revolucionan constantemente sus fuerzas productivas y reducen costos. Aquellos que quedan atrás, se convierten en negocios insolventes y desaparecen paulatinamente.
El capitalismo lleva a crisis cíclicas cada vez más grandes, que si la clase obrera no es capaz de afrontar para la conquista del poder, le permiten recomponerse y reconfigurarse.
El trotskismo plantea que en esta etapa del capitalismo, la voluntad de los monopolios de países imperialistas y las “fuerzas destructivas” niegan la ley del valor deteniendo esta carrera para su beneficio. Esta explicación profundamente subjetivista ignora las dinámicas objetivas del capitalismo y atribuye las crisis a un control casi conspirativo, lo que resulta contradictorio y termina sugiriendo que estos mismos monopolios buscan perpetuar la crisis.
El estancacionismo como tesis política no tiene sustento empírico, la totalidad de indicadores sociales apuntan a una mejora generalizada de las condiciones de vida, y los indicadores económicos apuntan a un aumento cuantitativo y cualitativo de la producción. Es por esto que los trotskistas son cada vez más incapaces de analizar las transformaciones que se producen en la composición mundial del capital, llegando a tildar de ficticio el desarrollo de FP empíricamente visible en el este asiático.
Si las fuerzas productivas llevan más de 70 años estancadas y la crisis “permanente” del capitalismo se ha gestado desde entonces, la tesis lógicamente apuntaría a que la clase trabajadora sería menor cuantitativamente, cosa que es falsa si miramos los fenómenos de descampesinización en Asia y América Latina. Por consiguiente, la verdadera y absurda conclusión, es que hoy las posibilidades de saltar al socialismo serían menores que en 1914.
Por más “radicales” que se presenten las consecuencias políticas de las nociones estancacionistas y catastrofistas, en la práctica terminan por darle la razón a las tesis pequeñoburguesas que pregonan una “desaparición” de la clase obrera o su negación como sujeto revolucionario.
Las fuerzas productivas no están estancadas y son la base de una nueva sociedad
El desarrollo de las fuerzas productivas implica el crecimiento de las premisas materiales para la revolución socialista, ya que traen consigo el desarrollo del proletariado y su capacidad material de socializar los medios de producción.
Su avance innegable abre más posibilidades hoy que en 1914, 1938 o 1970. Cuestiones como la IA generativa, que reducirá la carga del trabajo; la informática, que hará posible la planificación económica; o la globalización económica, que establecerá al socialismo como relación social mundial, abren horizontes nunca antes imaginados.
Aunque, claro está, la revolución no se puede sustituir por ese proyecto reformista que defiende un desarrollo de las fuerzas productivas "previo" a la toma del poder.
B. Beroíza
08/04/25
